EL SÁDICO EN LUNA DE MIEL. De Bill Palmer.

EL SÁDICO EN LUNA DE MIEL. De Bill Palmer.

Una Exploración en la Función del Hígado en la Relación Terapéutica.

Boletín Apse de Enero 2001.

Hace 10 años estaba impartiendo un taller de asesoramiento para practicantes de Shiatsu con una terapeuta de Gestalt, Flora Meadows. Al finalizar el taller, ella  me dijo que sentía que los practicantes de Shiatsu eran unos sádicos. Me quedé sorprendido y asumí que ella estaba haciendo una crítica al Shiatsu. Pero hablando con ella y pensándolo más, me di cuenta que ella no estaba criticando sino que valoraba esta habilidad, y pensaba que era natural y a la vez una parte necesaria para ser terapeuta. La palabra sádico está emocionalmente muy cargada, pero me hizo pensar. Este artículo es una exploración a la década de pensamiento fértil que sus tácticas de choque estimularon en mí.

En primer lugar, ¿Qué pensaba que ella quería decir? La palabra sádico es a menudo utilizada para describir a una persona que se excita infringiendo dolor a una víctima que no quiere. Alguien que abusa y humilla a su víctima. No pienso que la mayoría de practicantes de Shiatsu entren en esta categoría. De cualquier modo en toda relación terapéutica, los clientes vulnerables pueden caer en un rol pasivo, a los que se les dice qué está mal en ellos y qué deberían hacer, mientras el terapeuta disfruta la sensación de ser un experto, de saber qué hacer y de tener la habilidad y conocimiento para hacerlo. De una manera sutil (yo creo) y menos diabólica, el cliente y el terapeuta están en efecto representando roles similares al sádico y a su víctima desde el momento en que las estructuras de poder en la relación son desiguales.

Esta es la parte oscura en el proceso terapéutico, pero creo que también hay otra, más creativa, paralela entre el sádico y el terapeuta. Para empezar a explorar esto necesitamos ver porqué un cliente viene a la terapia. La mayoría de las veces es para más que una simple cura a un problema. De alguna forma el cliente sabe que su personalidad, postura o hábitos de vivir son la raíz de su sufrimiento, más que los síntomas inmediatos. Él está implícitamente pidiendo ser ayudado para cambiar sus patrones. Si solamente quisiese aliviar sus síntomas, entonces un médico ortodoxo sería la primera opción. El hecho de haber escogido un estilo más holístico de terapia significa que probablemente está pidiendo más. Sin embargo, cambiar los patrones es un proceso arduo, a menudo extremadamente doloroso, y todas las defensas de la personalidad salen a la luz para resistir la transformación, debe ser un pensamiento resistente. Pensemos lo difícil que es para la mayoría de la gente abandonar un hábito destructivo como el tabaco, aún sabiendo que les puede matar. Pensemos cómo puede ser mucho más difícil cambiar un patrón enraizado en la postura y la personalidad.

Para poder ayudar a la persona a cambiar en este nivel, el terapeuta y el cliente necesitan persistencia, compasión, visión y compromiso. Por encima de todo, debe sentirse que el proceso vale la pena para ambas partes. El resto del artículo explora cómo el hígado provee estas cualidades en la relación y cómo, entendiendo la tradicional visión china del Hígado, podemos facilitar los aspectos de la terapia que pueden ayudar al cliente a empujarlo a través de su resistencia al cambio. En el proceso veremos cómo Flora Meadows y su metáfora del sádico, puede ser aplicada positivamente a la terapia.

El Contrato. Opción Hígado.

El contrato entre practicante y cliente se puede decir que es una de las más importantes características de la terapia. Muchos de los problemas en una relación terapéutica pueden deberse a menudo a un contrato poco claro. Un contrato se hace siempre, ya sea explícito o no. Por ejemplo, un cliente entra por la puerta:

Practicante de Shiatsu: Hola, ¿Qué puedo hacer por usted?

Cliente: Mi espalda me duele.

P.S: Bien, estírese en el futón y veremos qué podemos hacer.

Esto es un contrato. El cliente ha pedido ayuda con su espalda. El practicante de Shiatsu está de acuerdo en intentar ayudarle a través del trabajo en el futón. Las dificultades normalmente salen a la luz, en una relación terapéutica, cuando este contrato inicial es cambiado sin renegociación.

Por ejemplo:

P.S: Pienso que como tu energía de Hígado es deficiente, necesitas hacer más ejercicio y cambiar tu dieta comiendo más cereales.

Este es un cambio de contrato. Aunque la mayoría de los clientes lo aceptarían sin cuestionárselo, desde el momento en que el contrato inicial se basaba en la espalda a través de trabajo corporal en vez de a base de consejos sobre su estilo de vida.

Cambios de contrato más serios son comunes como:

P.S: Me parece a mí que estás conteniendo mucha rabia en tu espalda. ¿Sabes por qué puede ser?

Este cambio de contrato transforma el área de trabajo, desde el motivo que el cliente trajo (su espalda), a sus emociones. Este cambio de dirección, sin consultarlo, casi siempre inevitablemente tiene un efecto confuso. Por ejemplo:

  1. Si el cliente acepta el cambio de contrato, confiando que el terapeuta sabe lo que está haciendo, entonces se vuelve más pasivo en la relación. Esto fácilmente lleva a los sentimientos de abuso descritos anteriormente, especialmente si estas intervenciones terapéuticas sacan a la luz sentimientos que el cliente no quiere mostrar.
  2. Si el cliente rechaza el cambio de tema diciendo algo así como No estoy con rabia, solamente es un tirón muscular, entonces sobreviene un conflicto poco claro. Las dos personas estarán discutiendo acerca de cual es el diagnóstico correcto en vez de discutir acerca del conflicto real (y saludable) envuelto en renegociar el contrato.En efecto, el practicante está diciendo Me temo que no puedo llevar adelante mi contrato para ayudarte con tu problema en la espalda, a no ser que nos pongamos de acuerdo en traer tus emociones a la terapia. Esto sería un planteamiento claro. El problema se da cuando no se plantea y al cliente no se le da la oportunidad de continuar trabajando en esos términos.

El contrato terapéutico es un planteamiento claro del camino que el proceso debe llevar, en el cual, terapeuta y cliente pueden ponerse de acuerdo, y esto engloba dos aspectos importantes de la función del hígado: la visión global de hacia dónde se está yendo y la elección de ir en esa dirección.

Foto de Daniel Watson

Compromiso. El Yang y el Yin del Hígado.

El Hígado está asociado con el elemento Madera, y la madera viva es flexible pero no fluida. Al igual que lo escribe Carola Beresford Cooke en Shiatsu, Teoría y Práctica, “el elemento Madera también conlleva la metáfora de semillas creciendo a través de la resistencia de la dura tierra para encontrar la luz”.

El contrato terapéutico debe poder ser renegociable por ambos lados, pero si hay demasiada flexibilidad, entonces nunca podrá salir adelante a través de la natural resistencia del cliente al cambio. Esto es, que si el contrato se cambia cada vez que al cliente no le guste lo que está sucediendo, entonces nada se moverá nunca.

O sea, compromiso y resistencia son aspectos importantes de la terapia, que al mismo tiempo son aspectos de la función del Hígado. Sin embargo, es fácil para esta cualidad volverse rígida y que el compromiso se confunda con control. El Control se puede dar en ambas direcciones: O el terapeuta intenta controlar al cliente tú has hecho un contrato para mantenerte en la terapia aunque se vuelva difícil, o sea, te voy a mantener en él. O el cliente se pondrá rígido internamente mediante introyecciones de autocontrol a pesar de que este terapeuta no me es muy útil, debo seguir el proceso porque me he comprometido y debo permanecer en él. Ambos planteamientos vislumbran la parte oscura de la relación entre sádico y víctima.

Sin embargo, la actividad de la terapia requiere compromiso frente el dolor y mediante la exploración de las diferencias entre sadismo real y el proceso terapéutico, siento que la bonita acción recíproca entre Hígado Yang e Hígado Yin se vuelve clara.

Foto de Cottonbro Studio

El Terapeuta sádico.

El terapeuta debe estar dispuesto a mantener al cliente en una posición dolorosa para llegar a los motivos reales y contactar con la energía de vida del cliente. Pero, igualmente, el cliente debe de estar de acuerdo para este dolor, para ser consciente de que es necesario y mantenerse en la terapia. Esta es la explícita analogía con una relación sadomasoquista, las dos personas están envueltas en un proceso doloroso de mutuo acuerdo, de modo que puedan llegar al surgimiento real de energía vital. La metáfora del sádico es útil para un terapeuta porque muestra que para llegar a algún lugar debes estar dispuesto a persistir en una actividad en la cual causas a otra persona dolor.

Sin explícitamente valorar al sádico, un terapeuta está en peligro de deshacerse o ser dejado de lado del contrato de la terapia (Visión Hígado) y vacilando frente al dolor o el conflicto (no fluir suavemente). El terapeuta sádico es el Hígado Yang que mantiene la fuerza vital presionando a través de los hábitos resistentes hasta que el cliente se libra de ellos y puede brotar en una nueva flor.

Supervisión para distinguir sádicos reales de amorosos terapeutas.

Sin embargo, es muy difícil para un terapeuta distinguir en sí mismo entre esta real persistencia basada en Amor y la parte oscura de disfrutar del poder. Los psicoterapeutas reconocen esto y tratan de dirigir el problema pidiendo que los terapeutas estén ellos mismos bajo la supervisión de alguien con la suficiente experiencia para ayudarles a ver si están siendo terapeutas sádicos o verdaderos. Creo que es igualmente válido para practicantes de Shiatsu. Aunque no estemos explícitamente tratando con las dinámicas de personalidad, podemos aún equivocar nuestra codicia de poder por amorosa persistencia y necesitar una supervisión que nos ayude a distinguir entre ambas.

¿Por qué vale la pena?

Esta es la gran pregunta que da sentido a la precedente discusión. Al final somos libres para escoger. El cliente es un adulto que está pagando al terapeuta para ayudarle, y si el dolor no vale la pena, él es libre de irse. En realidad, el contrato, el compromiso y la visión, no significan nada si en algún nivel no se siente que la terapia vale la pena.

Qué factores ayudan a esta sensación de no valer la pena a desarrollarse. El más obvio es que debe de haber fases de satisfacción y nutrición dentro de la terapia. Si es difícil desde el principio al fin, al final ambos, terapeuta y cliente, se quedan sin aguante. Aún periodos dolorosos pueden ser satisfactorios: se siente como un dolor bueno y la catarsis trae ayuda y resolución– pero es importante, yo creo, en el inicio de una relación terapéutica, para el terapeuta y el cliente, que construyan una confianza mutua a través de desarrollar contratos, límites y empatía.

Foto de George Milton

Lunas de Miel e Hígado Yin.

Hay un periodo de Luna de Miel en la mayoría de procesos terapéuticos, en los que parece que todo se está resolviendo muy deprisa. El cliente siente que el terapeuta es fabuloso, y se siente que ellos se sienten mejor. Se parece mucho a enamorarse. Todo es cálido, suave y satisfactorio. Como enamorarse, este periodo es muy pasajero, pero estos nutrientes periodos construyen un suplemento de satisfacción que sirve de apoyo al compromiso en tiempos de dificultad.

Siento que este almacenaje de contentamiento, de satisfacción pasada, es el Hígado Yin de la relación, que puede mantener la terapia por encima de periodos estancados y áridos en el desierto. Sin el Hígado Yin, el cual proporciona sustancia real al contrato y compromiso, el persistente Hígado Yang no tiene ningún sentimiento de valer la pena y solo puede ser mantenido a base de rígido control.

Para ambos, el terapeuta y el amante, esta focalización en la importancia del Hígado Yin es muy útil en la práctica. Fases de resistencia y de dificultad literalmente agotan al Hígado Yin, y a no ser porque el cúmulo de satisfacción se va rellenando algunas veces, la relación se secaría, se volvería difícil y frágil, y finalmente se rompería. El Hígado Yin es la Sangre Viva de la relación, y necesita estar nutrida, fermentando este proceso Yang de desafío resistente, con contacto que se sienta empático y nutriente.

Es finalmente la existencia de Lunas de Miel satisfactorias en la relación terapéutica, lo que hace que el necesario sadomasoquista valga la pena y dé cuerpo a la elección, y que el compromiso esté en la terapia.

En agradecimiento. Hígado Hun.

Empecé este artículo agradeciendo a Flora Meadows la iniciación en este fértil crecimiento de pensamiento. Ella mostró una semilla que ha persistentemente crecido hacia una comprensión de la función del Hígado. Del otro lado, sus palabras no hubiesen tenido sentido para mí si no hubiese experimentado la satisfacción del desafío de las relaciones. El desafío y el conflicto fueron evitados en mi familia, y no fue hasta que trabajé con Derek Gale al final de los 80, que realmente comprendí el valor del Hígado en la terapia. Debo decir que no lo entendí en su momento, y no fue hasta después de cinco o seis años de terapia regular que los temas que salían en la terapia tuvieron sentido. Pero esa vivencia fue una de las primeras veces en que tomé una elección y fue valioso por eso mismo. Lo que es interesante para mí y relevante para este artículo es que los fuertes desafíos de Derek continuaron afectando a mi vida muchos años después de finalizar esa terapia, en un periodo en el que nunca lo vi a él personalmente, y solamente en el último año he llegado a resoluciones en estos temas y he sentido que la terapia con él propiamente había acabado.

Foto de Luis del Río

Esta resistencia de la motivación suena mucho al concepto chino del Hígado Hun (el alma del Hígado), el cual describe la persistencia de la influencia de una personalidad después de la muerte. Es una extensión de la función del Hígado en una mayor dimensión colectiva y universal, dando un significante hilo y finalidad a la vida. Carola Beresford Cooke cita una charla de Ted Kapchuk en la que él describe el Hun como el aspecto de nosotros que es parte del linaje ancestral. Abarca los efectos que nuestros predecesores tuvieron en nosotros y los cuales pasamos a futuras generaciones. Me gusta pensar en el Hun también como la continuación de la influencia de una persona en la vida de otras personas aún cuando no estén presentes, no solamente después de la muerte. De este modo el alma, o el Hun, de mis profesores vive en mi vida aún cuando no esté con ellos.

La mayoría de las tradiciones orientales pone el énfasis en la importancia del linaje, que ninguna práctica o idea nace de la nada, y para mí, agradecer pasadas influencias y rendir homenaje a un linaje de aprendizaje apoya mi habilidad de elección, un nuevo curso de acción, conociendo que la motivación para esa elección no está basada solamente en el terreno superficial de mi vida individual sino también en las profundas raíces de un linaje. De este modo el Hígado Hun también da sustancia a la acción del Hígado Yang y la fuerza del linaje del terapeuta es importante en su habilidad compasiva de desafiar la resistencia de un cliente. Este es otro rol que la supervisión tiene en la terapia, dando un apoyo terapéutico desde la sabiduría colectiva de linaje terapéutico.

Finalmente, mi experiencia del Hun de Derek (aún sabiendo que está muy vivo), es una gran lección para mí, enseñándome a no asumir que todas las relaciones terapéuticas necesitan llegar a una resolución, que las sesiones no necesitan ser completas y acabadas. La fuerza de la relación se mantendrá hilando a través de la vida de una persona hasta que alcance la satisfacción y la liberación de esos temas. Optimista, debes pensar. Bueno, optimismo es parte de la visión del Hígado, entonces ¿por qué no?.