El Shiatsu y el Mito de los Meridianos

El Shiatsu y el Mito de los Meridianos

Este artículo se inspira en mi trabajo con Kishi recogido en nuestro libro “Sei-ki: Vida en Resonancia, el Arte Secreto del Shiatsu”, 2011, Singing Dragon. Kishi trabajó estrechamente con Masunaga durante 10 años antes de desarrollar su propio estilo. Mientras escribía el libro, revisó con interés aquellos años con su profesor, evocando su recuerdo y leyendo su trabajo, parte del cual había rescatado de la papelera después de la renuncia de Masunaga a continuar en la Escuela de Shiatu de Japón en 1968. Estas no son sus palabras ni sus pensamientos pero muchas de nuestras conversaciones son la base de este artículo.

Los meridianos no fueron originalmente parte del shiatsu, en realidad fueron introducidos por el maestro Masunaga a lo largo de 10 años en lo que probó diferentes maneras de explicar su actividad para enseñar. No son mencionados en la formación oficial de shiatsu en Japón, que sigue el modelo original de Namikoshi. Definiendo el shiatsu como “el trabajo con los meridianos”, me pregunto si lo estamos limitando y restringiéndolo a una forma que nunca fue pretendida para el desarrollo de la práctica como sucede actualmente.

El término shiatsu, se originó a comienzos del siglo XX, como un paraguas que abarcaba un abanico de terapias manuales y fue definido oficialmente en Japón durante los años 40 y 50. Este movimiento fue promovido por el gobierno provisional americano (1945-1952) que amenazaba con regular las terapias “tradicionales” de una forma que se entorpecía la aparición de nuevas terapias profesionales. Los precursores del shiatsu querían destacar su diferencia frente a otras técnicas, y en este marco se les concedió junto con otros grupos profesionales, un periodo de 8 años para avalar su eficacia de forma científica y obtener una denominación legal. Los académicos y profesionales del shiatsu que se unieron a este proyecto asumieron el reto como parte de un movimiento más amplio para revitalizar la cultura japonesa o la “Cultura del Ki”. En este equipo estuvieron tanto Tokujiro Namikoshi, pionero en la práctica profesional del shiatsu, y Shizuto Masunaga, psicólogo clínico y también profesional de shiatsu.

Bajo las directrices establecidas por el Ministerio de Salud y Bienestar, acordaron una metodología científica y llevaron a cabo pruebas exhaustivas de los efectos producidos por el shiatsu. La investigación se llevó a cabo sobre el modelo médico basado en la evidencia. Este modelo patrón había sido adoptado oficialmente por el gobierno japonés de la medicina alemana a mediados del siglo XIX. Como respuesta a esta concienzuda recopilación, el shiatsu fue reconocido oficialmente y el informe oficial establecía la creación de Escuelas (Foundation) de Formación en Shiatsu en Japón, dando un empuje a la Edad Dorada que continuó hasta finales de los años 70.

Mientras que la acupuntura y la fitoterapia Kanpo nunca perdieron su estatus y podían estudiarse a un nivel académico, las terapias manuales, históricamente tercer elemento clave en la medicina japonesa, nunca había formado parte de la formación universitaria, subsistiendo en los límites de la medicina junto con otras prácticas populares. Para establecer una demostración científica coherente, los investigadores hicieron un avance importante, intentando adaptar el shiatsu a la tradición de la Medicina Oriental enseñada en las universidades, objetivo conseguido por Masunaga cuando fue nombrado profesor en la Escuela de Investigación en Medicina Oriental (Escuela de Estudios en Medicina Oriental) en la Universidad de Kitazano en Tokio. Tristemente, murió poco después y su puesto no fue ocupado.

La regulación tuvo sus ventajas e inconvenientes: en el curso de la investigación se demostró que el modelo científico no era filosóficamente compatible dentro del modelo de salud en el que se basaba la medicina oriental. No iba a ser tan fácil como traducir el shiatsu a otro lenguaje similar. La descripción de salud occidental se basa en principios sobre el ser humano, la enfermedad y la salud en los que no encaja la medicina ni la filosofía oriental. Mientras que algunos profesionales estaban contentos por haber conseguido un estatus que les permitía trabajar sin trabas por parte de las autoridades, Masunaga comprendió que estos logros sólo suponían el inicio de una explicación del shiatsu fiel a la filosofía oriental y que servían para satisfacer las necesidades de la enseñanza formal.

Dada su formación en psicología, era natural que recurriese a esta disciplina inicialmente para explicar el shiatsu y tuvo su mérito. Este planteamiento de Masunaga facilitó el estudio de los analistas occidentales que estudiaron su trabajo posteriormente resultándoles familiar y accesible. Pero Masunaga señaló en seguida las limitaciones de estas aproximaciones y volvió a la medicina china que percibía como un potencial más amplio.

Merece la pena destacar que cuando los japoneses hablan sobre la medicina china no hablan exactamente de la medicina de china y no desde luego de la Medicina Tradicional China resultado del revisionismo Maoísta. En Japón tomaron prestadas muchas cosas de sus brillantes vecinos chinos entre los siglos VII y XVII. Pero lo que tomaron fue adaptado y remodelado a la sensibilidad japonesa. La medicina “china” que captó el interés de Masunaga durante una década fue interpretado a través de la óptica japonesa. Si un occidental acude a las fuentes chinas, no encontrará el trabajo que él hizo.

Además, los textos clásicos de medicina china no intentaron ser exhaustivos ni rígidos. Se escribieron como apoyo a la enseñanza, que era más importante y se desarrollaba bajo una supervisión cercana y personal. Mientras que Masunaga hizo una amplia investigación accediendo a las ilustraciones y textos antiguos, sus propios esquemas de los meridianos, con líneas gruesas y vagas o incluso imprecisas, enfatizan la fluidez y la incompletitud. Esto no fue fruto de un artista chapucero o de un estudiante mediocre. Las líneas no eran lo que importaba. Lo que realmente le importaba a Masunaga era la filosofía de los meridianos y no, como sería fácil suponer de forma más literal, plasmar con unas líneas una realidad completa. Los meridianos, de hecho, no tienen otro propósito ni realidad más allá del propio contacto del profesional. Más aún, ningún mapa ni ilustración puede representar el momento presente del flujo del qi, con lo que siempre serán sólo una burda sugerencia y una impresión del pasado.

En su escuela de posgrado, el Iokai, Masunaga no enseñaba los meridianos. Enseñaba a sentir o sesshin, principalmente. Su teoría y la conexión que hizo entre ésta y la práctica manual concreta eran complejas. Sólo unos pocos de sus discípulos lo entendieron, dado que requería una profunda comprensión de la filosofía clásica oriental así como una gran destreza y experiencia en la práctica manual. Masunaga, que sí poseía ambas, fue una rara excepción.

Aunque en su propia época Masunaga fue una persona de una posición respetable dentro de la medicina tradicional, su camino no fue nada fácil. Levantó las iras de sus contemporáneos proponiendo la psicología occidental como un modelo para la medicina oriental. Dejó su puesto en la Escuela Japonesa de Shiatsu de Namikoshi indignado por la oposición que algunos de sus colegas expresaron a su manera de enseñar poco ortodoxa y, al recurrir a la teoría de la acupuntura como inspiración, se enfrentó a la Asociación de Acupuntura Japonesa por su interpretación de los principios fundamentales. Pocos realmente entendieron su trabajo y sus extensas publicaciones apenas dejaron una huella, aunque su influencia y su mito siguen vivos. Actualmente está siendo más impulsado por YouTube que por todo lo que publicó o enseñó a sus discípulos más cercanos.

Hay evidencias en sus publicaciones posteriores de que Masunaga alcanzó las limitaciones de la teoría de los meridianos y de la acupuntura para su aplicación en el shiatsu. Como investigador infatigable, sus ideas se acercaron más a la explicación budista que pedía un lenguaje más allá de la medicina y que honraba el momento presente. Por desgracia, este trabajo nunca fue terminado y no podemos saber con certeza a donde se dirigía.

Podemos preguntarnos qué sacamos de esta historia. Una cosa es cierta: el estilo occidental del shiatsu de Masunaga ha dedicado mucho al modelo de los meridianos como herramienta y está tan próximo a dicho modelo que sería bastante radical cambiarlo. Incluso sabiendo esta historia, consumiría mucho tiempo y energía reconstruir el shiatsu, aunque está claro que hay profesionales que entienden las limitaciones de este modelo y hacen un trabajo interesante complementándolo y desarrollándolo.

Conocer un poco más de la historia del shiatsu en Japón puede ser útil para los profesionales de Occidente. De hecho, es claro que los que dicen que el shiatsu no es científico o

que tiene que adaptarse a la ciencia no se dan cuenta de que están usando un modelo erróneo. La comprensión del modelo oriental de la salud y el bienestar nos puede dar una explicación sólida y alternativa en la que la medicina occidental es un subconjunto de la anterior más que a la inversa. Al contrario, la investigación científica llevada a cabo por el proyecto japonés de regulación no existe en occidente pero podría, en principio, ser la base para uno uso coherente del lenguaje científico en los casos en que pueda ser útil. Esto encaja con el principio budista de los medios apropiados que propone usar cualquier medio éticamente válido para hacer llegar un mensaje valioso.

Un equipo profesional con la dirección adecuada podría superar los obstáculos y usar el lenguaje de la ciencia estratégicamente y apoyar la aparición de un escrito más sutil, más amplio y con más información que reconozca la historia del shiatsu en su totalidad.

El interés de Masunaga no estaba confinado al shiatsu y abarcaba una filosofía de vida que era utópica en la búsqueda de situar una visión oriental o budista de la humanidad en el corazón de todos los aspectos de la vida. Muchos profesionales se han dado cuenta por sí mismos de que los meridianos y la MTC constituyen unas guías volátiles en la vida real y han buscado otros lenguajes para su trabajo, a menudo tomándolos del Reiki, Qi Gong y una multitud de terapias y espiritualidades de la Nueva Era o simplemente siguiendo sus propias intuiciones y abandonando de forma silenciosa las formalidades del shiatsu académico. La proliferación de estilos, todos ellos intentado llenar los huecos dejados por la teoría y uniendo los fragmentos que han encontrado en su camino a occidente, nos deja claro la falta de unos fundamentos filosóficos claros en el shiatsu occidental. También nos habla de un maravilloso espíritu de búsqueda y una necesidad de encontrar un enfoque más satisfactorio de la salud a través del contacto.

Hay un debate sobre tener la valentía de resistir a las definiciones basadas en la teoría y la técnica en favor de una visión del shiatsu ante todo como una disciplina que prima el desarrollo y la autoridad personal frente a las formas y las técnicas. Es necesario mirar con ojos inocentes y palpar con la mente abierta el momento presente en permanente cambio. A eso que encuentres, puedes llamarlo meridianos si te sirve… o atreverte a no hacerlo.

Por Alice Whieldon, Profesora Miembro de la Shiatsu Society

Traducción: Alejandro Martínez Thomas