Los Pilares de Apoyo

Los Pilares de Apoyo

Gotoh sensei, uno de mis profesores de acupuntura en Japón y propenso a un razonamiento cuasi-científico, durante una lección nos hizo pensar sobre esta simple fórmula:

Reacción = Tratamiento + Sensibilidad

Continuó explicando lo que esto implicaba: una misma reacción puede ser obtenida evaluando cuidadosamente la sensibilidad del paciente y calibrando la intensidad del tratamiento en consecuencia.

Algunos nacemos con una gruesa piel. Otros nacen sensitivos. Incluso hay otros que simplemente están abiertos a todo. Esas personas son las que llamamos prodigiosas, médiums o clarividentes. Hoy en día, a veces se les llama empáticos porque su poder de empatía es tan fuerte que a menudo sienten lo que otra persona está experimentando pero aún no es consciente de ello.

Hay afortunados que son guiados con cuidado y amor por un amigo o familiar, o incluso por una cultura que sabe, aprecia y valora el talento de las personas. La mayoría no tienen esa suerte.

Nuestras culturas Occidentales, en particular, tienden a crear individuos que reprimen, esconden y en algunos casos inutilizan completamente sus habilidades. No se ofrece una orientación. Si acaso, se hace en nombre de la religión, ciencia y sentido común con el fin de erradicar cualquier vestigio de anomalía. Uno aprende a “encajar”, aunque el proceso sea doloroso y el resultado final decepcionante.

De hecho, el mismo acto de desposesión de nuestro propio talento o don puede llevarnos a una seria enfermedad –no es sorprendente, si consideramos el acto de desposesión como un apagón de un importante porcentaje de energía disponible en cada individuo. Imagina por un momento el abrumador efecto en un ser humano al desactivar una parte, digamos, del sistema inmunitario u hormonal. Así podremos visualizar lo que podría significar para una persona tener que eliminar su don o sensibilidad para captar ciertos tipos de energía a la que otros no podemos acceder.

Podemos incluso comparar esto con los efectos de los medicamentos antidepresivos en la gente que se queja de estrés y ansiedad. Lo que parece ocurrir es que una parte del sistema de respuesta es inhabilitado, permitiendo que el individuo pueda afrontar el nivel de estímulos que llegan desde el mundo exterior. Sin embargo, este efecto se consigue a costa de varios niveles de sensibilidad en todo el organismo. La persona en cuestión queda anestesiada de forma considerable. Una especie de efecto general de atenuación aparece, un efecto que reduce muchas de las funciones normales que asociamos con la percepción. La persona queda parcialmente apagada.

Esto puede ser altamente deseable durante un cierto periodo de tiempo para facilitar el descanso y la recuperación, especialmente si la dosis se administra con cuidado en una colaboración médico-paciente. Sin embargo, si consideramos el coste en términos de embotamiento y no responsividad –por no hablar del estancamiento metabólico y la consecuente ganancia de peso- podríamos entonces cuestionar la bondad de esta práctica a largo plazo.

Cada vez más, me voy dando cuenta que la gente que viene a tratarse aprenden a recuperar sus habilidades, y las abrazan como herramientas poderosas que son. La medicina Oriental ofrece un marco maravillosamente claro y meticulosamente arraigado para la recuperación y desarrollo de estos dones y habilidades, que entonces se convierten en cauces para el crecimiento creativo en vez de tóxicas cargas.

Foto de Brad West

Foto de Brad West

Algunos lectores empezarán a notar un sentimiento de familiaridad con lo aquí expuesto. Lo que realmente muchos de nosotros atravesamos en nuestro viaje de sanación es una especie de re-sensibilización, y con esto me refiero tanto como paciente como terapeuta o incluso como persona que apoya a alguien que vive ese proceso. Esto es algunas veces agradable, otras absolutamente maravilloso, poderoso y liberador. Algunas veces, por el contrario, es de hecho muy, muy doloroso.

Personalmente pertenezco al afortunado grupo de individuos que viven la sanación –en ambas formas de terapia y educación- como una serie de placenteros y liberadores descubrimientos e incluso como redescubrimientos. Fluyen los recuerdos, se re-experimentan las vivencias, a veces a un ritmo vertiginoso, y puertas que permanecían cerradas durante mucho tiempo ahora se abren de par en par. Algunos lectores reconocerán esto como experiencias similares o idénticas a las suyas.

Están sin embargo aquellos cuyas experiencias de curación se caracterizan por el dolor. Estas son las personas para las que nosotros, los terapeutas de medicina Oriental, tenemos talentos únicos que ofrecer. Los flujos y estructuras de nuestras tradiciones crean una estructura de calma y apoyo alrededor de esas experiencias tanto tiempo sufridas y duramente reprimidas.

Las estelas asociativas de los cinco elementos y en particular de los cinco espíritus, nos ofrecen certeras herramientas para clasificar, anotar y caracterizar aspectos del comportamiento para que estos empáticos puedan comenzar a poner sus experiencias en contexto, colocarlas en un mapa y marcar puntos de referencia para la reestructuración de pensamientos, sentimientos y comprensión espiritual.

Además de esto, tenemos la posibilidad de contribuir a la completa re-calibración de los límites concernientes a la sensibilidad. La gente que reacciona al comportamiento desagradable y brusco o a insultos provocativos suelen ser animados a ser menos sensitivos, como si la sensibilidad en sí misma fuera una propiedad negativa y destructiva.

Seguramente este no es el caso. La sensibilidad existe por una razón. Una de nuestras tareas podría ser ayudar a aquellos que están en posesión de un poco común alto grado de sensibilidad a recuperarla como una fortaleza más que rechazarla como prueba de debilidad.

Administrada de forma apropiada, la sensibilidad es una herramienta para navegar por profundidades inexploradas y recorrer alturas a las que rara vez se llega. Parte de nuestra responsabilidad como terapeutas podría ser recuperar nuestra propia sensibilidad, pulirla y elevarla a nuevos niveles para convertirnos también en empáticos operando a niveles más altos de sensibilidad, con acceso a nuestros propios dones especiales y poderes de percepción.

La gente sensitiva puede llegar a ser poderosos agentes de cambio positivo si se les da un contexto empático donde estabilizarse y enriquecerse. ¿Llegaremos a ser los pilares de apoyo?

Por Chris McAlister

Traducción: Iván de la Fuente

Fotos: Jepe Hove Jensen y Brad West