METÁFORAS, QI Y EL ALMA ETÉREA. Nick Pole.

METÁFORAS, QI Y EL ALMA ETÉREA. Nick Pole.

Boletín Apse nº 62. Otoño 2016.

En medio de un tratamiento, un cliente de edad avanzada se estremece cuando le toco ligeramente un punto –despertándose después de haber estado roncando suavemente- en un estado de inconsciencia, y anuncia en voz alta, “Es un dolor extraño, sin solución”. Otro cliente, a quien le ha dicho su médico que tenía solamente unos meses de vida, dice: “Me siento como si me estuviera pudriendo desde dentro hacia afuera”. Durante muchas sesiones una mujer se había centrado mucho en sus heridas emocionales del pasado. Hasta que un día empezó a hablar de “nuevos horizontes que la llaman”. Un hombre joven, que está iniciando una nueva relación y que está pasando por ataques severos de pánico que parecen “un montón de mierda que viene del pasado”.

Cuando los clientes vienen con estas imágenes tan vivas, qué haces? ¿Reconocerlo con un comprensivo “humm” y tratar de permanecer centrado en el meridiano que estás trabajando? ¿Especular sobre si sus palabras contienen algunas pistas para el diagnóstico? ¿Analizar la imagen en términos de arquetipos de Jung, simbolismo chamánico o cualquier forma de adivinación cósmica que estés usando? A menudo recurro a todo lo anterior, pero primero me recuerdo a mí mismo que no importa lo que la imagen del cliente pueda representar, y sin importar hasta qué punto me complica mi intento de concentrarme en lo que estoy haciendo, lo acepto por lo que es -una metáfora- y me permito la curiosidad de preguntarme por qué ha surgido y qué podría ofrecernos a los dos.

A estos momentos de clarividencia le preceden muchas veces frases como: “Esto va a sonar raro…” o “No sé de dónde viene esto pero…”. En lo que se refiere a la mente cognitiva del día a día, estas metáforas personales y poderosas son una intrusión, una interrupción, un mensaje más allá del terreno de la lógica, donde las cosas están perfectamente etiquetadas y guardadas en cajas separadas. Las metáforas -literalmente- describen una cosa en términos de otra, generalmente algo sutil o más abstracto en términos de algo sencillo o más concreto. De este modo nos invitan a conectar una cosa con otra: el lado izquierdo del cerebro con el lado derecho, la mente con el cuerpo, lo cerebral con lo sensual, lo consciente con lo inconsciente.

Una de las razones por las que las metáforas parecen ser esenciales para el pensamiento humano es que nos permiten comprimir información de una manera altamente comunicativa, como cuando comprimimos información para enviarla a través de la web de un ordenador a otro. La diferencia es que si empaqueto mi propia experiencia subjetiva en forma de una metáfora y te la cuento, la única manera en la que puedes entenderla es asociándola de manera inconsciente a tu propia experiencia de algo similar. Esto funciona en la mayoría de las conversaciones cotidianas. Por ejemplo, si me dices: “Me enfadé tanto que exploté”, obtengo una sensación visceral de cómo te sentiste, pero probablemente no voy a dedicar mucho tiempo a la pregunta de cómo pudiste volver a montar tan perfectamente las piezas de tu cuerpo.

Sin embargo, las metáforas también pueden ser muy personales y con una riqueza y profundidad que pueden sorprender tanto al cliente como al terapeuta.

Una manera de experimentar esto es simplemente seleccionando las palabras clave y volver a ofrecérselas al cliente en forma de una pregunta muy simple. Por ejemplo, cuando pregunto a mi clienta: “¿Y qué tipo de nuevos horizontes te están llamando?”, lo primero que ella descubre es que todavía parecen estar muy lejos. Entonces pregunto: “Y hay algo más sobre estos horizontes que te hace percibirlos como lejanos”?. Ella mira fijamente durante mucho tiempo a lo lejos, apenas respirando, y luego suspira; algo se suaviza alrededor de su corazón, mientras dice: “Simplemente, es bueno saber que están allí.” Su Qi comienza a cambiar, prueba de que una metáfora no es sólo una decoración lingüística, sino más bien como el final de un hilo que, seguido cuidadosamente, con las preguntas más simples y más abiertas posibles, puede llevarte a una mayor consciencia de los patrones del Qi que subyacen tanto a los síntomas como a las posibles formas de resolverlos.

Foto de Gantas Vaiciulenas

Lo que encuentro realmente fascinante de esto es que, si ayudas a un cliente a explorar una metáfora de esta manera, mientras permaneces lo más presente y abierto que puedas al campo energético entre vosotros, le puedes ayudar a darse cuenta de dónde se siente realmente “atrapado” o “hueco” o “efervescente” o “machacado”, y a menudo sientes cómo el Qi empieza a moverse, cómo el estancamiento cambia a otro sitio o una zona vacía empieza a llenarse. Entonces, cuando empiezas a trabajar con el contacto, normalmente sientes una conexión mucho más fuerte de la que esperabas al principio de un tratamiento.

Como decía Bill Palmer (número 112 de la revista de invierno de 2009 de Shiatsu Society), la medicina china es rica en metáforas y poesía por su naturaleza. Los puntos tienen nombres como “La Puerta de las Nubes” y “La Fuente Burbujeante”, los órganos se describen como Ministros y cada uno de los Cinco Elementos proporciona un paisaje densamente poblado de metáforas para que exploren tanto el cliente como el terapeuta. La MTC también tiene un lado rigurosamente científico: un sofisticado sistema de reconocimiento de patrones acumulado a lo largo de siglos de pura observación. No hay mucha poesía en el diagnóstico por la lengua o en los Ocho Principios, pero una de las fortalezas de la medicina china es su habilidad para combinar patrones y metáforas, para construir una ciencia “natural” a partir de la forma en que las estaciones y los elementos interaccionan con el Qi humano y expresarlo en un lenguaje que tiene una conexión “orgánica” con la manera en que nuestra mente funciona hoy en día, en vez de la tecno-jerga o pseudo-latín de la medicina moderna.

La poetisa Greta Sotddart[1] en un poema sobre frustraciones intentando quedarse embarazada con IVF, escribió con sabiduría y agudeza:

¡Oh estrógeno, astrología, buseralina y células, HCG, Día 14, la transmigración de las almas!”.

Evoca la confusión y el anhelo de seguridad que cualquiera puede sentir cuando se topa con las incertidumbres inherentes a la medicina occidental y a las terapias complementarias. Asombrosamente o por coincidencia, dependiendo de tus creencias después de dos años de un tratamiento de fertilidad sin éxito, reunió el coraje suficiente para decirle a su terapeuta que había decidido abandonar. El terapeuta respondió con una metáfora, explicando que el tema de la fertilidad era “como una gran casa, y los médicos estamos acurrucados en una pequeña esquina”. De camino a casa, las primeras líneas del poema surgieron en su mente con gran claridad, y después de trabajar en ello durante tres semanas, descubrió que estaba embarazada.

Esta maravillosa historia de interacción entre la medicina, las metáforas, la fertilidad y la creatividad, es un ejemplo perfecto de un punto clave que hace Giovanni Maciocia en su última obra “La Psique en Medicina China”[2] en la que describe el Alma Etérea como “básicamente otro nivel de consciencia, diferente de la mente (Shen) pero muy relacionada con ella…” y responsable de “la intuición, las ideas, los sueños, las relaciones con los otros y la inspiración artística. Como buen estudiante de la psicología jungiana, Maciocia describe el Alma Etérea como nuestro vínculo con el subconsciente colectivo, y señala cómo en la psicoterapia “el objetivo es saltarse el análisis crítico y recuperar material psicológico del Alma Etérea como sucede en los sueños”.

En Shiatsu y Acupuntura, como en psicoterapia e hipnoterapia, los clientes se encuentran a menudo en un estado de relajación, incluso en un estado similar al trance, en el cual pueden surgir imágenes que resultan extrañas. Freud usaba un sofá y nosotros usamos futones o camillas. Maciocia señalaba que están en la naturaleza del Alma Etérea, entran y salen, van y vienen a veces esperando sin ser vistas entre bambalinas, y otras veces saliendo a escena para ofrecernos trozos de introspección o inspiración intuitivos o retadores. Citando a Jung para enfatizar la importancia de permitir al cliente explorar esa imaginería, él añade su propia versión de la MTC:

Aprendemos a sentarnos y simplemente observar… (dice Jung), sin hacer ningún intento de guiar, controlar o interferir. El objetivo es dejar que la propia imagen nazca desde su propia energía psíquica autónoma (Alma Etérea), haciendo que nuestro Ego (Mente) abandone todas las expectativas, presuposiciones e interpretaciones”.

Foto de Alexander Ant

Maciocia también habla de cómo sus estudios en China no habían incluido ningún aprendizaje de “habilidades con el paciente”. Cuando empezó a practicar con pacientes occidentales fue un problema. “Si el paciente empieza a llorar pocos minutos después de haber insertado las agujas (algo que me sucede frecuentemente en mi clínica y que, a propósito nunca había visto suceder en China), ¿qué se supone que debe hacer el terapeuta? ¿Debería ignorarlo y fingir que no está sucediendo? ¿Debería consolar al paciente?” Del mismo modo, cuando el cliente sale con una metáfora extraña, vívida o incluso complicada, puede dejar al cliente desconcertado sin saber qué responder, no “queriendo ignorarlo completamente pero no queriendo convertir la sesión en una de psicoterapia amateur”.

Una buena táctica es simplemente devolver al cliente las palabras claves, con curiosidad pero con respeto y con tus cejas ligeramente arqueadas, acompañándolo con un “¿Acaso quieres decir…?” o “Qué tipo de (palabra clave) es?” o “¿Hay algo más sobre la o el (palabra clave)?”. Esto no sonará como jerga psicológica. Fíjese en cómo las metáforas se expresan en el lenguaje corporal, en el tono de voz, en la expresión facial y de formas energéticas más sutiles, como qué chakra parece más o menos involucrado o con qué energía resuena.

Si el cliente se siente incómodo o si te sientes que escapa de tus competencias, para. Podéis volver luego en la sesión de forma espontánea cuando os sintáis más relajados. Recuerda que el propósito de reconocer y explorar la metáfora así es obtener una mejor impresión del patrón subyacente del Qi, o incluso empezar a movilizarlo. Esto puede empezar a suceder simplemente a partir de que el cliente sea consciente de ello.

Escuché un buen ejemplo al respecto de un asistente que participaba en uno de mis últimos cursos: su cliente era una señora mayor que tenía un conjunto de síntomas persistentes e intratables, muchos asociados a un bloqueo de Qi de Hígado, incluyendo el famoso “hueso de melocotón en la garganta”, en el que siente como si algo le estuviese bloqueando la garganta y constriñendo la respiración. Al principio la cliente lo describía como una “obstrucción”, pero preguntando con tacto y a través del Shiatsu, se convirtió primero en una “bola de masa” y luego en “pasta que descendía”, un síntoma que fue haciéndose más fácil de digerir en cada sesión, acompañado por lo que la clienta llamaba una “extraordinaria” sensación de relajación al final de la sesión que nunca antes había sentido.

Lo más importante de las metáforas y la salud es que cuando los patrones de Qi comienzan a cambiar también lo hacen las metáforas y viceversa. Después de todo sólo son la forma más refinada del Qi del ser humano, y puede ser realmente útil animar al cliente a ser consciente de qué metáforas usa para describir los problemas o síntomas, y cómo las metáforas pueden haber cambiado después de una sesión. Dándole al cliente una oportunidad de darse cuenta de que sus metáforas son mucho más que una forma de hablar, le permite escucharlas, explorarlas, reconocerlas como propias, aceptarlas y empezar a participar en su propio proceso curativo.

Texto: Nick Pole.

Traducción: Miriam Graue y Alejandro Martínez.

Referencias:

[1]: Sotddart G., “Quiero”, Señales y Humores – la poesía de la medicina – ed. 2007. Lavinia Greenlaw; Calouste Gulbenkian Foundation.

[2]: Maciocia G., “La psique en medicina china”, 2009 Churchill Livingstone.

Para más detalle sobre los cursos de Nick Pole https://nickpole.com/courses/