Respetando lo natural

Respetando lo natural

Qué fácil es vivir!!, un poco de aire, un poco de agua, algo de ilusión y ale, a moverse por esta Tierra como vaga-mundos cósmicos. 

La vida tiende a expresarse. Como forma natural de manifestación, la vida tiende hacia la salud. El corazón tiende a latir, el pulmón a respirar, las células a reproducirse, el cuerpo a auto repararse, todo en un proceso donde mi mente consciente no participa en demasía. Tal es así, que si dejas a un enfermo que repose, sin forzarle a ningún estímulo sensorial, no comer, no beber, no medicarse, no preocuparse, no pensar, lo normal es que se cure. He aquí la gracia del famoso WU WEI, nada que hacer y todo acontece de forma natural. Una práctica que aquí en occidente, configura la base del Higienismo, una ciencia que potencia la vida y confía en su poder reparador. 

Ya en el libro Su Wen del Nei Jing, el Canon de Medicina Interna del Emperador Amarillo, el emperador Huang Di, le pregunta a su alter-ego médico, ¿Por qué ahora las personas enferman más que antes? y Qi Bo, respon- de: Porque la gente se ha alejado de la naturaleza, desconoce sus leyes y no respeta sus ritmos. 

Nota del autor: date cuenta que esto ya pasaba en el siglo V a C. Lo flipas!!!! 

Nos alejamos de los propios ritmos corporales, el tiempo para dormir, el tiempo para descansar, el tiempo para comer, el tiempo para disfrutar, el tiempo para la creatividad, el tiempo para el compartir… Hacemos caso omiso de los mensajes que nuestro cuerpo nos envía como un signo de complicidad entre colegas: los bostezos, las ganas de estirarse, los sonidos estomacales, el peso de los párpados, las rampas musculares, los dolo- res varios, como señales que nos incitan a crear la acción justa en el momento oportuno. 

Tendemos a luchar, a esforzarnos, a ir a contracorriente, a hacer y hacer a pesar de todo, incitados por algo tan inocuo como: 

– Redoxon, que la gripe no te pare!!, recórcholis!!

Y luego me pregunto porque estoy enfermo. Para enfermar, hay que hacer grandes esfuerzos, tomar kilos y un poco de comida, kilos de azúcar, tomar litros y litros de refrescos y cerveza, tener cientos y cientos de pensamientos obsesivos, hacer esfuerzos y esfuerzos por fastidiar a alguien…

Volver a escuchar el cuerpo, volver a reconocer sus mensajes, volver a contactar con la belleza de lo sencillo, volver a sentir el milagro de la vida, nos puede ayudar a estar más sanos y felices. 

Keizo Hashimoto, el creador del Sotai, fue capaz de a ver que la fluidez, y en concreto, la fluidez corporal es clave para mantener la salud. Trabajar con el cuerpo a favor del cuerpo, ayudarle a conseguir sus metas y escucharle en sus necesidades, ayuda a mantener un estado óptimo de salud y a corregir disfunciones, alteraciones orgánicas, estados mórbidos y procesos dolorosos. 

Aunque el Sotai puede definirse como un sistema de Reeducación Postural basado en la Medicina Tradicional China y Japonesa, el aprendizaje de la técnica va más allá. Nos ayuda a contactar con nuestro movimiento natural, agudizando nuestra escucha corporal y liberándonos de las ataduras de la tensión y el recato. 

Hay que conectar con el ritmo básico celular. Ese ritmo es el de la expansión-contracción celular, un ritmo pulsátil, vibrante, que se manifiesta cuando la célula está sana. 

Realizando una pequeña punción en un dedo, y cogiendo una pequeña gota de sangre, podemos, a través del microscopio, observar las células sanguíneas y su comportamiento. Las células sanas son dinámicas, vibran, pulsan, se mueven libremente y chocan unas con otras. Tienen una membrana turgente y luminosa, se observan los biofotones en forma de luz azulada alrededor de la célula.

Cuando las células están enfermas, estas se ven agrupa- das, pegadas unas con otras, pasivas, sin pulso ni casi movimiento, apagadas, sin luz. 

Este micro universo celular y su estado vital se manifiesta después en el macro universo corporal. Donde un grupo más grande de células, configurando un órgano, una víscera, un músculo o un tejido van a sentirse vibrar y pulsar o a sentirse apagadas y quietas. 

Un tejido elástico, con buena movilidad, sin dolor, es un tejido sano donde se dan las funciones básicas celulares  de motricidad, respiración, nutrición, reproducción

Por el contrario, un tejido tenso, dolorido, sin movilidad, manifiesta una deficiencia en las funciones primarias de la base biológica.

¿Pero es deficiencia o una estrategia corporal para recuperar la salud? 

Recuerdo en un curso de Sotai donde empecé a explicar la dinámica del no esfuerzo y la escucha corporal. Dos asistentes, que venían del mundo de la rehabilitación deportiva no entendían nada. 

· ¿Pero entonces no trabajas en músculo contraído para estirarlo más? 

· ¿No movilizas en brazo con dolor para ganar amplitud de movimiento? 

· Aunque duela hay que forzar la articulación para que vuelva a tener su movilidad normal!!! 

Eran muy graciosos!!! Tenemos la costumbre de actuar sin escuchar, de no leer los signos, de forzar en vez de acompañar. Estamos en la cultura de la acción y no del reposo, incluso en el ámbito de la salud. 

Hay que desterrar de la memoria colectiva ciertos términos y ciertas palabras que llevan consigo toda una carga de conflicto, negación, patología, culpabilidad. 

¿Podemos decir que un oso es un vago cuando está hibernando en una cueva?, ¿Podemos decir que el árbol es un perezoso cuando se recoge en pleno invierno?, ¿Podemos decir que un perro es un “cacho perro”, cuando se acurruca sin hacer nada después de haber sufrido un accidente?, ¿Podemos decir que el Sol es un inútil cuando no brilla para nosotros por la noche?

Vago, perezoso, inútil, cacho perro.. y otras muchas expresiones más, se adjudican a los estados Inn de la naturaleza o el ser humano, premiándose todo aquello que sea Yanguinizante, activo y casi desquiciante. 

Esa noche oscura del alma también es parte nuestra, es parte de la vida, y atreverse a vivirla es un acto de valentía y fortaleza interior. 

Como terapeutas, tendemos a acercarnos al paciente con una mirada discriminativa y de juicio. En vez de simplemente acercarnos con una mirada abierta y relajada. 

Tendemos a etiquetar en síndromes, déficit de Yang, insuficiencia de Inn, bloqueo de qi para después intentar equilibrarlos y hacer que desaparezcan. Que desaparezcan los síntomas, nos quita la oportunidad de atender a su mensaje, a su demanda, a los porqués de esos estados. El paciente pierde la oportunidad de aprender cuales son las formas que tienen sus cuerpos físico, emocional y mental de expresar sus necesidades más vitales y profundas.

Hay una forma de trabajar que suelo utilizar con asiduidad, podemos llamarla Sotai verbal. 

Cuando viene una persona, una vez tumbada, exploramos juntos las zonas de dolor, tensión o conflicto. Una vez identificadas, por ejemplo, una tensión en la parte posterior del cuello, lo que hago es preguntar al paciente: 

· ¿Qué necesita esa zona?
Y realmente se expresan respuestas sorprendentes: 

· Que la masajeen.
· Que la estrujen.
· Que la acaricien.
· Que deje de preocuparme tanto.

· Que la quieran un poco más. 

· Que la de calor.
· Que no utilice ese collar que llevo habitualmente. 

Y un sinfín de respuestas más, que surgen de esa inteli- gencia corporal cuando le doy el espacio para ello. Muchas veces, sin tocar la zona, la tensión y el conflicto desaparece, otras, hay que darle lo que pide, y otras, la persona se compromete a darle lo que necesita y a partir de aquí, no se vuelve a repetir la molestia. 

Escuchar, acompañar, compartir, respetar, estos son algunos de los secretos del Sotai. 

Texto: Vicente San Juan Antón 

Foto: Lum3n