Shiatsu: Un arte de actualidad

Foto Daan Weijers

Shiatsu: Un arte de actualidad

Vivimos momentos de cambio en la etapa de la historia que nos ha tocado lidiar, y más que nunca pienso: somos afortunados de practicar este arte ancestral. Arte sí; considerado en este caso como aquella actividad en la que recreamos nuestro sentimiento ante una materia para reordenarla o transformarla.

Evidentemente, la latitud en que nos encontremos también influye en esa fortuna. Por desgracia, es más importante una frontera imaginaria que la realidad y las necesidades de muchas personas. Esto también da para mucha reflexión.

Pensemos por un momento que estas fronteras no existieran, que fuéramos animales nómadas y que migráramos con el resto de especies durante la llegada del mal tiempo. Haríamos un pequeño nido o madriguera efímera, lo habitaríamos durante dos estaciones y regresaríamos con el tiempo más benigno para restaurar la anterior, ya deteriorada por la intemperie.

Estaríamos acompañados por nuestros seres queridos, nos protegeríamos los unos a los otros, viviríamos a un ritmo más natural, disfrutando del viaje en cada una de sus etapas. Los roles de cada uno estarían más claros y habría mucho respeto y protección conjunta para poder sobrevivir, no como individuo aislado sino como pequeño grupo.

Ya sé que es mucho imaginar, pero en su tiempo fue la realidad de nuestros antepasados. No podemos saber si esa experiencia de vida sería peor o mejor que la nuestra, está claro, pero sí que sería más intensa de algún modo. Viviendo así no podríamos tener tantos pantalones, chaquetas, aparatos electrónicos, etc. ya que tendríamos que llevar lo justo para poder viajar.

En este nomadear, podríamos distinguir más fácilmente entre lo que es importante en nuestra vida y lo que no es tan vital. Aunque habitualmente así lo consideramos, nos aferramos a estas cosas sin ser muy conscientes, por las prisas, las costumbres y el dejarnos llevar.

Pongo como ejemplo el reciente acontecimiento natural, muy dramático para muchas personas, que han tenido que abandonar sus casas por la erupción del volcán de La Palma, y han tenido que salir con lo puesto. A la fuerza, deberán aceptar con resignación que todo lo material que poseían ha desaparecido y ya no volverá a ser parte de sus vidas.

Foto Ethan Dow

Llegados a estos extremos, debemos reflexionar sobre qué les queda a estas personas como motivación para seguir luchando y tirar adelante. Probablemente contarán con pocos recursos y ayudas, pero no les quedará otra que empezar de cero en compañía de los más queridos y conseguir un nuevo hogar con lo que consideren necesario.

Este contexto nos sirve para situarnos, y cruzo los dedos para no tener que llegar a entenderlo viviendo estas situaciones dramáticas, pero nos sirve para cuestionarnos si damos valor a lo que es realmente importante en nuestro día día. Si nos lo cuestionáramos profundamente, sin tonterías, muchas cosas cambiarían.

En una de estas reflexiones que vengo haciendo últimamente, y sobre todo tras los cambios que hemos vivido y seguiremos presenciando a raíz de la pandemia, me he dado cuenta de cómo el Shiatsu es una de las herramientas que podemos desarrollar para, de algún modo, proteger y mantener la salud de nuestros seres queridos. Más allá de ser un modo vida en algunos casos o una pasión como estudio y práctica, ¿acaso los primeros maestros no lo utilizaron de este modo?.

En el libro de Masunaga “Shiatsu Zen” se lee: “Considero el shiatsu como uno de los mejores métodos de atención médica en la vida diaria, que no solo puede curar sino también prevenir”, y lo bueno de todo esto es que no hacen falta muchos artilugios para aplicarlo.

Durante este último año, algo confuso en cuanto a la posibilidad de tocarnos o vernos las caras como antes, he vivido y realizado las prácticas para finalizar los estudios de shiatsu que he cursado en la Escuela Europea. Esta situación me ha abierto los ojos en muchos aspectos y cambiado mi perspectiva respecto a su utilidad.

Foto Artur Poulin

Muchos de mis cercanos y algunos miembros de mi familia se hacían los remolones a la hora de dejarme sus cuerpos caritativamente para que pudiera desarrollar mi práctica y a la vez ellos se beneficiaran del tratamiento, sin embargo a

día de hoy la naturalidad se ha instaurado y son ellos los que solicitan tener su sesión, hasta con pequeñas rencillas a la hora de decidir quién va siguiente en la lista.

Esto, viniendo de donde venimos, una familia del norte con más de ocho apellidos vascos, no pensemos que es algo que podamos considerar una tontería.

La reflexión final invita a que valoremos aquello que ya tenemos, y aunque no estemos en situaciones límite, debemos desbrozar mental y físicamente muchas cosas que no tienen valor, y poner en valor, por el contrario, lo que es importante en nuestra manada.

El arte de practicar shiatsu nos lo llevamos puesto, allá donde vayamos, mochila ligera y con mucho que aportar a nuestros compañeros de viaje en la vida.

María Mariezkurrena

Socia de APSE